Botxo: nombre popular con el que es conocida la Villa de Bilbao, por su situación de "agujero", al estar encerrada entre varios montes.
Desde este punto el paseo va a descubrirle un gran número de pabellones y naves industriales mediante 2 recorridos opcionales:
Para seguir esta guía aborde la opción 1 desde el Museo Marítimo. Éste mantiene parte de sus contenidos patrimoniales en el antiguo dique 2 del astillero y, en su interior, explica de forma didáctica la estrecha vinculación de la villa con el mar a lo largo de los siglos.
Avanzamos hacía el barrio de Olabeaga (Recorrido hasta la desembocadura). Un enclave en el que la mayor parte de sus habitantes tenía trabajos relacionados con la mar (en la construccción naval, como navegantes, como estibadores...). Hoy en día, han desaparecido todos los cargaderos e infraestructuras dedicadas a estas labores.
Los principales elementos patrimoniales se encuentran en la orilla de enfrente. Ésta era la orilla fluvial del barrio de Deusto hasta que, por la zona trasera de pabellones y viviendas, se abrió en los años 60 un enorme canal que dejó esta zona como un istmo que va a acabar convertido en una isla.
El nuevo barrio está llamado a concentrar gran parte de las industrias creativas de la Villa
En estos terrenos se va a ubicar la próxima gran apuesta del Bilbao del siglo XXI convirtiéndolos en zona residencial, sede de empresas de elevado valor añadido y equipamientos sociales según el proyecto planteado por la arquitecta Zaha Hadid, que mantiene aquellos edificios industriales más representativos.
En este momento es, en su mayoría, un conjunto de edificios en decadencia, ruina o meros solares donde se han derribado las construcciones que los ocupaban. En esta fase de la futura remodelación de la zona, el barrio conocido como la Ribera de Deusto alberga actividades y proyectos artísticos radicados en muchos de los pabellones que se mantienen en pie.
Una vez que hemos pasado el barrio de Olabeaga, tomamos el paseo peatonal ribereño que lo une con el barrio de Zorroza.
La primera referencia la vemos en la orilla derecha, aproximadamente a la mitad del paseo longitudinal de Olabeaga. Se trata de la fábrica de Coromina Industrial de 1923 (6).
De los 8 pabellones con que llegó a contar, solo se conserva la construcción delantera que albergó la casa del guarda, oficinas, cuadras,… Presenta un elegante friso de la fachada según el proyecto del arquitecto Manuel Mª de Smith. Responde a una construcción unitaria con portería, vivienda del encargado en el primer piso y talleres en torno a un patio rectangular realizado en ladrillo, revoco y azulejos con referencias estilísticas secesionistas.Dedicada a la producción de anhídrido carbónico y sulfuroso, estuvo en activo hasta que en 1983 fue dañada por las lluvias torrenciales. Actualmente pertenece a la empresa de cadenas Vicinay.
Antes de llegar a los pabellones de Artiach, puede observar el Palacio Madaleno o Yandiola, construido en 1898 por los propietarios de la empresa Aurrera de Sestao. Es uno de los escasos ejemplos que quedan para visualizar las mansiones con las que la burguesía se alejaba del congestionado Casco Histórico antes de trasladarse hacía Getxo.
Superado el barrio de Olabeaga, nos encontramos 300 metros más adelante con el importante complejo de Galletas Artiach, compuesto por 3 edificios (7). Aunque la fábrica se localizó aquí desde 1921 y es considerada el primer edificio en el Estado concebido para albergar una fábrica de galletas, un incendio en 1931 hizo necesario levantar una nueva fábrica.
El conjunto más interesante es el cuerpo inicial construido en 1937 en estilo clasicista y también conocido como "la iglesia" por las columnas toscanas, arquería y gran puerta de madera como carta de presentación de la empresa. Las dos primeras plantas, resueltas con un lenguaje clasicista, contrastan con el austero y convencional estilo moderno de los pisos superiores construidos en 1965. Está protegida y separada de los edificios adyacentes por aletones moldurados que configuran una pequeña plaza ante el acceso de la fábrica.
La gran fábrica alargada, perpendicular a la ría presenta una fachada predominantemente ciega pero amenizada por las 96 diminutas ventanas de cada una de sus cuatro plantas.
Ambos volúmenes fueron diseñados por el ingeniero José Artiach Gárate como miembro de la familia de propietarios. En el lado opuesto se encuentra una ampliación de época moderna, años 50, con un edificio articulado revestido con plaqueta de ladrillo rojo y rematado por un volumen más destacado a modo de torre.
Artiach inundaba sus inmediaciones con un característico olor a canela
En sus instalaciones llegaron a trabajar 800 personas en la década de los 70, de las que 600 eran mujeres conocidas con el sobrenombre de las "galleteras". Desde esta ubicación un agradable olor a canela inundaba el entorno por encima de otros olores típicamente industriales.
Con las inundaciones de 1983, la compañía paso a desarrollar sus actividades en una nueva planta situada en el interior de Bizkaia, quedando este edificio dividido en talleres y diversas empresas. En la remodelación de la zona, está previsto mantener este complejo como Centro Cultural.
Situado en el margen por donde nos desplazamos, este depósito de agua potable (8) denominado Urgozo acumulaba 1800 m3 procedentes de un cercano manantial y que, inicialmente, se recogían en la galería de una antigua mina de cobre.
Construido en 1921 según el proyecto de Gregorio Ibarreche, facilitaba el suministro de agua dulce a los buques que lo requerían mediante el remolcador-aljibe Auntz hoy expuesto en los diques del Museo Marítimo. De su configuración inicial han desaparecido la vivienda y el almacén anexos, derribados en la década de los 90 cuando finalizó su función.
Inserto (9) en el frente continuo de viviendas e industrias, este edificio de 1951 se conserva en el plan de remodelación de la zona para albergar la Universidad del Videojuego - DIGIPEN (BETA 1) y el proyecto AS FABRICK - Iniciativa de servicios avanzados y economía digital (BETA 2).
La empresa, hasta su traslado a otra población vizcaína, se dedicaba a la estampación de metal en frío en esta edificación, compuesta por planta baja y dos alturas, para la producción y otra más de vivienda en la planta alta. Acentuada con un torreón sobresaliente en esquina, que contiene la escalera, y con una notable extensión posterior en una disposición en planta quebrada
Es posible que no se encuentre con ningún resto de esta empresa cuando aborde este paseo (10). A día de hoy, sólo se mantienen en pie la oficina del guarda y, separado por un solar, el esqueleto de las antiguas oficinas de la empresa dedicada a la producción de elementos plásticos. La primera formaba parte, en realidad, de una empresa de maderas que le da sentido al diseño elaborado por Manuel Galíndez a principios de siglo al emplear este material profusamente en esta edificación, tal y como repetiría en la de Maderas Españolas que, 800 m más adelante, se encuentra mucho mejor conservada.
Las antiguas oficinas, en funcionamiento hasta el 2010, eran obra de Juan de Madariaga en 1969. Respondían a un nuevo concepto de la arquitectura industrial surgido en torno a 1970. Era un edificio de dos plantas muy expresivo. Soportado por una estructura metálica con dos líneas estructurales potentes para el primer forjado y la cubierta; entre ellas se insertaba el frente de fachada, más retirada y totalmente acristalada. Un estilo que se subrayaba con el rótulo exterior, muy interesante en su tipografía.
Dos formas diferentes de entender la arquitectura de los 50 (11).
Aunque están al lado, nos encontramos primero con el pabellón de Termoelectricidad Consonni, donde se producían resistencias eléctricas. Un bello pabellón del año 1957 resuelto en planta baja y dos alturas con un ordenado, alargado y elegante frente acristalado que domina la casi totalidad de su fachada. Se baraja su uso como futuro Museo de la Técnica y la Industria para albergar los importantes fondos industriales de patrimonio mueble recuperados en Bizkaia.
Separado por un estrecho patio corredor de sugerentes connotaciones fabriles, se ubicaba Elorriaga Industrias Eléctricas (Lancor). Un conjunto productivo del año 1958 en desarrollo vertical de planta baja y cuatro más de hormigón armado revestido con plaqueta de ladrillo marrón oscuro con una proporción de ventanas y muros muy equilibrada, y en la que la caja de la escalera de la fachada actúa como un elemento icónico. Fue abandonada en el año 2000.
Cien metros más adelante podemos observar el último conjunto industrial visible desde la orilla por la que paseamos (12). Se trata de la metalúrgica MEFESA, un recinto industrial en cuyo frente a la ría aún se puede ver el edificio de oficinas diseñado por Luis Mª Gana en 1962.
Muy interesante por su organización espacial, con su frontal resuelto en tres alturas con un ritmo de ventanas entre recercos de hormigón notablemente expresivos y frentes revestidos de aplacados vidriados.
Una notable composición de acuerdo al criterio estilístico del momento, una apertura a la vanguardia internacional, y con el centro de producción del fondo como potente testimonio industrial. Tras su logotipo representando a un diamante en el edificio de oficinas se encuentran los laboratorios y la torre de procesamiento químico, de gran altura, llamada a convertirse en "un hito arquitectónico". Con su conjunto interior de cubas y montacargas para tratar los metales, es sin más añadidos, "un edificio-máquina, una escultura industrial".
En nuestro paseo por el muelle Alfonso Churruca podemos observar los restos de antiguos cargaderos y algunos paneles explicativos sobre la zona y sus instalaciones industriales. Pero llegando al final del recorrido peatonal y bordeando la primera instalación industrial nos acercamos a lo que constituye la joya de este paseo: El edificio abandonado de Molinos Vascos.
Antes de la harinera descubrimos unas instalaciones industriales rodeadas de chapa galvanizada. Ocupa los pabellones de la que fuera Electra del Nervión (14), la primera central térmica de Bilbao fundada en 1894 y que alumbró a todas las poblaciones de ambas márgenes de la ría.
Bajo su anodino recubrimiento se encuentran las instalaciones originales que aún pueden percibirse bajo las formas de las naves y los huecos acusados al exterior: arcos de medio punto, grecas de ladrillo... Los pabellones supervivientes son de los más antiguos edificios industriales en la ría de Bilbao y uno de las pocos ejemplos de fabrica "catedral" que queda en pie. Originalmente ocupaba 3 naves, un edificio de calderas con una chimenea de 63 m de altura, ya derribada, y una sala de transformadores.
De forma casi consecutiva nos encontramos con Molinos Vascos. Construido por Federico Ugalde en 1924 (15) siguiendo las propuestas estéticas de la arquitectura neovasca, fue el segundo edificio construido en Bilbao en hormigón tras otra harinera: La Ceres visitada en el paseo 1.
El edificio principal consta de dos cuerpos en escuadra y ocupa unos 1.000 m2 en planta, de los que 600 corresponden al almacén y el resto a los silos. La fachada principal está orientada a la ría y discurre en paralelo al muelle de carga y a las antiguas vías del ferrocarril. La parte destinada a almacén tiene cinco plantas y está rematada por una cubierta en estilo neovasco que hace el conjunto inconfundible.
Pero el rasgo más distintivo de esta construcción son 15 enormes silos de 22 metros, cada uno con capacidad para almacenar hasta 75 toneladas de grano.
Curiosamente la harinera solo desarrolló su labor durante 5 años coincidiendo con una época de malas cosechas de cereal y la crisis de 1929. Hasta su abandono definitivo tal y como muestra su aspecto actual, el edificio fue empleado como almacén. En la construcción de la fábrica se reutilizaron varias instalaciones del antiguo Astillero Real de Zorroza, uno de los principales de la costa cantábrica, que había estado en funcionamiento desde 1615. De aquel uso primitivo como factoría naval se conserva también el edificio llamado La Cordelería, de finales del XVII, donde se fabricaban las jarcias para los buques mediante el trenzado e hilado del cáñamo.
Hoy quedan los escasos restos de una de sus cabeceras, pero el edificio original medía más de 400 metros de largo en 2 plantas para hilar el cáñamo y trenzar las jarcias para los buques.
Una forma de volver hacía Zorroza (para tomar el transporte público o volver andando a Bilbao) es hacerlo mediante un rodeo por las instalaciones del antiguo matadero para ver el puente metálico para el ferrocarril Bilbao-Portugalete (16) diseñado por Pablo Alzola en 1888 (Bien Cultural calificado). Una obra que salva el río Cadagua con una luz de 65 metros sin apoyos intermedios. Hoy en día, se mantiene uno de los 2 cajones de la obra original.